¿Si es verde es sano?

Colores, formas, olores...¿qué no estudiarán los publicistas para encontrar aquello que más nos atrae a la hora de comprar? El márketing nunca descansa y trabaja de forma tenaz, estudiando nuestras reacciones, tendencias y sensaciones hasta dar con aquello que induce al cambio en nuestra conducta, un cambio que puede conseguirse con algo tan simple como cambiar el color de la etiqueta de un alimento. 

Según un estudio (Does green mean healthy?) realizado por Jonathon Schuldt en la universidad de Cornell, un alimento con etiquetado nutricional de color verde hace que lo percibamos como más sano, menos calórico y con menos contenido en grasas, incluso cuando dicho alimento es un dulce. Los resultados del estudio, realizado con 93 estudiantes, sugieren que las etiquetas de color verde aumentan en el consumidor la percepción de "saludable", sobre todo en aquellos que se preocupan por mantener una alimentación sana. 

Y así, uno llega a pensar que una chocolatina tiene menos calorías si la etiqueta es verde, o si en ella se lee que el producto procede del "comercio justo" u "orgánico". Toda una ciencia, la publicidad. 

¿Sábes si comes bien?

Te propongo que realices este test de hábitos alimenticios, para comprobar si tus hábitos de alimentación son correctos y si tu dieta es equilibrada. 

Para acceder al test, pincha en el siguiente enlace: 
http://www.fueradietas.com/s%C3%A1bes-si-comes-bien/

¿Por qué las dietas no te funcionan?


Una dieta, dos dietas, tres dietas...¿Que si funcionan? Pues, psss...sí, más o menos al principio funcionan, pero cuando pasa un tiempo te estancas y cuando la dejas... Bueno, cuando la dejas vuelves a recuperar lo que perdiste con una rapidez pasmosa y, a veces, incluso ganas más. Tanto sacrificio para nada y te dan ganas de tirarte de los pelos y de volver a comer por todo lo que te has estado privando mientras hacías la dieta.

Y acabas asumiendo que tu gordura "es natural", que tu "eres así" y que lo tuyo no tiene solución. Sin embargo, siempre vuelves a caer en la tentación de probar con esa nueva dieta de la que te hablan. Y vuelta a empezar. "Pero ¿por qué las dietas no me funcionan?", te preguntas.

Hay varias respuestas:

1. Decía el profesor Grande Covián, en su libro "Nutrición y Salud", que"es más difícil cambiar los hábitos alimenticios de una persona, que conseguir que cambie de religión". Comprenderás que una dieta que te obliga a cambiar todos tus hábitos de un plumazo, no puede funcionar.

2. Puede que siempre escojas hacer dietas milagro, aunque sabes que esas nunca funcionan de verdad y que solo te sirven como plan de emergencia para caber en el vestido de la próxima boda, o porque te quieres poner el biquini.

3. Para colmo, después aparece el efecto rebote de las dietas restrictivas, que ralentizan tu metabolismo y cada día te resulta más difícil perder peso y más fácil ganarlo comiendo menos.

4. También es posible que no hayas sido capaz de perseverar en las dietas, pero claro, a ver quién es el guapo, o la guapa, que aguanta toda su vida comiendo a pase brócoli y pescado a la plancha, o de pesar hasta lo último que se va a llevar a la boca.

5. La motivación es esencial para tener éxito en tu objetivo. Si tenías una motivación importante y no lo has conseguido, es posible que esa motivación no fuera tan fuerte como para que dedicaras todo el esfuerzo que requería lo que querías conseguir.

6. Y, por último, tienes la publicidad, con ese bombardeo contínuo que va programando tu mente, no hacia lo correcto, sino hacia el consumismo también en alimentación.

Si, de una vez por todas, quieres que tu esfuerzo tenga la recompensa que te mereces:

1. Busca una motivación


3. Decídete y házlo