Si no puedes vivir sin aperitivo, te sugiero que cambies la ensaladilla rusa, las patatas fritas y los frutos secos por jamón serrano, tomate partido, unas alcachofas con anchoa, berberechos o mejillones. Si pasas de la caña y te apuntas al agua o al zumo de tomate con un poquito de sal y pimienta mejor, pero si no puedes contenerte, intenta que sea solo una.
En la comida, de primero elige una sopa fría, como el gazpacho, el salmorejo, la crema de calabacines o la vichyssoise, que son hidratantes, nutritivas, refrescantes y además contienen mucha fibra. En las recetas que contengan nata o queso graso, procura sustituirlos por leche desnatada. Otro primer plato ideal para esta época son las ensaladas preparadas con verduras de todos los colores: lechuga, tomate, pepino, remolacha, lombarda y zanahoria, que te aportan vitaminas, minerales y fibra.
Como plato único prepara ensaladas de patatas, arroz, pasta o legumbres a las que añadirás verduras, frutas, atún, huevo, jamón o pollo para que constituyan una comida completa y equilibrada, rica en hidratos de carbono, proteínas, vitaminas, minerales y fibra. En cuanto a los aderezos para las ensaladas, opta siempre por el aceite de oliva, un yogur batido o una mayonesa mezclada a partes iguales con yogur de limón y procura no excederte en la cantidad porque las grasas aportan muchas calorías.
De segundo puedes elegir pescados o carnes sin grasa -que te aportan proteínas de alta calidad-, preparados a la plancha o al horno y acompañados de una guarnición de vegetales.
De postre te sugiero las frutas, ricas en agua, vitaminas, minerales y fibra. Una pieza de fruta o una macedonia regada con yogur desnatado constituyen un postre veraniego fresco, apetecible y delicioso.
El resto del día mantén la hidratación y tus niveles de glucosa a base de zumos, yogur sin azúcar, batidos hechos frutas y leche desnatada o yogur, té frío con limón, o leche desnatada fría con canela y limón.
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