El mercado de alimentación está saturado de alimentos funcionales, que compramos porque nos los publicitan como más que saludables. El yogur que sirve para reducir el colesterol, la leche con calcio o los cereales enriquecidos con vitaminas y minerales son una buena muestra de este tipo de alimentos con los que ya estamos muy familiarizados. Pero ¿sabemos qué son y para qué sirven?
Los alimentos funcionales son solo "alimentos". Así, tal cual, alimentos de los de toda la vida. Se les llama "funcionales" porque se ha comprobado que destacan por sus cualidades nutricionales y porque nos aportan algún beneficio, como por ejemplo la zanahoria, que destaca por su alto contenido en betacarotenos, un antioxidante que neutraliza los radicales libres.
Sin embargo, en los últimos tiempos se están creando alimentos funcionales de forma artificial, añadiéndoles ciertas sustancias que pueden beneficiarnos de alguna manera (vitaminas, ácidos Omega 3 y 6, minerales, etc.) La realidad, sin embargo, es que ni todos nos benefician, ni todos son saludables.*
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